¿Por qué América Latina y el Caribe requieren una agenda de desarrollo centrada en la igualdad?

04/04/2014

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Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe

En América Latina y el Caribe, a pesar de las múltiples dificultades que enfrenta la región, los últimos años registran importantes avances en cobertura y profundidad de políticas y programas de superación de la pobreza y protección social, en el marco de un crecimiento económico con cierto dinamismo.

Sin embargo sigue pendiente proveer un nivel de bienestar a la población que le permita el acceso universal a los servicios sociales de calidad, incrementar sus ingresos y mitigar los riesgos de eventos que los afecten negativamente, así como dar una respuesta a las necesidades y demandas de cuidado derivadas  de los cambios demográficos, en las familias y en los roles de género.

Son urgentes políticas de igualdad que permitan acortar las brechas existentes entre los distintos grupos poblacionales, de procesos de economía política que contribuyan a pactos sociales sustentables y a garantizar el ejercicio de los derechos económicos, sociales y culturales de la población.

La centralidad de la igualdad como horizonte del desarrollo en la región se ha construido sobre un análisis acerca de los múltiples procesos y dimensiones que hacen de la desigualdad una potente barrera para avanzar hacia mayores niveles de bienestar, crecimiento y sostenibilidad, así como hacia sociedades más justas, democráticas y cohesionadas. En el Documento "Pactos para la igualdad: hacia un futuro sostenible" elaborado por CEPAL y que se presentará con motivo del XXXV Periodo de Sesiones que se celebrará en Lima, Perú, del 5 al 9 de mayo de 2014, proponemos hablar de igualdad, más allá de la justicia distributiva que suele reducir su alcance a la distribución de medios transferibles y cuantificables.

Entre las dimensiones adicionales que amplían este concepto contemplamos las capacidades entendidas -en un sentido amplio-, como habilidades, conocimientos y destrezas que los individuos logran adquirir y les permiten emprender proyectos de vida que estiman valiosos. También importa considerar la igualdad en un contexto "relacional" de socialización, autonomía y reconocimiento, e incorporar la dimensión subjetiva, a saber, cómo las personas perciben el orden en que viven en términos de la justicia distributiva vigente, la confianza interpersonal y la conflictividad social.

El retrato multifacético de la (des)igualdad en la región, la puesta en evidencia de las brechas que persisten y de los procesos que contribuyen a su reproducción, constituyen – a nuestro entender- una plataforma sólida para plantear la necesidad de políticas de igualdad como un imperativo económico, social y ambiental, que debería estar en el corazón mismo del diseño de las políticas públicas de los países, como también de las discusiones internacionales en torno a la agenda del desarrollo en los años por venir.

Alicia Bárcena